Alimentando a las Palomas

La tenue linea entre la noche y el dia se hacia mas y mas esparsa conforme el tiempo avanzaba. El sol comenzaba a salir lentamente, los tonos naranjas de sus rayos iluminando levemente el oscuro cielo, tapando cualquier otra estrella en el horizonte, iluminando desde el oriente. Aprovechaba siempre los ultimos minutos de la noche para llegar a este lugar, el cual usualmente se encontraba desolado, a excepcion de los corredores los cuales pasaban rapidamente por el antes de ir a sus trabajos o de volver a sus camas, o de prepararse para un rutina de clases y socializacion. Raramente alguna persona decidia tomarse el tiempo de tan solo relajarse, de sentarse en una de las viejas y algo despintadas bancas, y de solo observar, no charlar, no leer el periodico, no tomar una siesta, solo observar los alrededores, y de ponerse a descubrir tantas cosas que ni siquiera habian notado al pasar por alli.

Me sente en una de las bancas del lado oeste del parque, una que apuntaba hacia el oriente donde podia ver con claridad el amanecer, aquel momento que tantos nosferatus extrañaban y el cual daba gracias no le era prohibido a los de mi especie. Era extraño, pues sabia que no era el sol el que subia, era nuestra tierra la que giraba de manera que el sol fuera visible y sin embargo, no podia dejar de pensar que era lo contrario, que las historias de la antiguedad eran ciertas, a pesar de que yo mismo me consideraba un hombre de logica. Saque de mis bolsillo una bolsa con pan, la cual habia recogido de mi hogar antes de venir al parque. Descanse mi baston en la banca, mirando hacia el suelo con mis oscuros lentes de sol, estilo john lennon, y saque migajas de pan las cuales lance algo lejos de mi pues habia aprendido que las palomas no se acercaban a mi con facilidad, probablemente un efecto del aura extra que proveia el ser un licantropo. Nunca le habia dado mucha importancia, despues de todo habia descubierto que si las lanzaba a cierta distancia las palomas comerian.

Y con eso es suficiente

Fue cuestión de segundos el instante en que el panorama cambió, apenas, muy mínimamente, aunque él sólo lo notara gracias a la perturbante presencia que se plantó un par de metros frente a él, inmóvil. De alzar la vista después, notaría la grácil figurilla ahí sobre la banca opuesta a la suya, sentada en el respaldo con los pies en el asiento y ambos codos sobre las rodillas, como si fuese una frágil muñequita de porcelana de etérea belleza que contemplaba como hipnotizada las palomas al comer y revolotear unas sobre otras. Sólo su sombra a causa del sol naciente llegaba a cubrir escasamente su propio panorama frente a sí, aunque a ella pareciera no importarle.

-¿Lo haces a diario?... –preguntó la melódica vocecilla que pareció emitir la criatura, a pesar de que hubiera sido imperceptible notarlo de sus labios inmutables, cual retrato fotográfico.

La suave voz de la joven, causo un salto interno, haciendo que su aura creciera desprevenidamente, la cual contuvo tan rapido como pudo, sin embargo las palomas, sintiendo el cambio en el joven y sintiendose en peligro prontamente volaron huyendo del grande y malo lobo que hace unos momentos les alimentaba. Alzo la mirada sin remover sus lentes, observando a la joven castaña, la cual estoica podria simplemente ser una decoracion del parque, inmutable por los vientos o el paso de las criaturas de aquel lugar. Si no fuese por que le parecia imposible diria que ni siquiera parpadeaba. No era dificil darse cuenta de que no estaba en prescecia de una humana.

Cada vez que puedo, a veces a diario, a veces cada tres dias, y hay veces que me toma una semana el volver a este lugar. Al final no importa mucho, las palomas siempre estan aqui, esperando a que les traiga la comida, siempre el mismo grupo.

Tome mi baston en mis manos, poniendolo contra el suelo y descanzando ambas manos sobre este, de manera que mientras una agarraba el baston, la otra reposaba sobre esa mano. Estudie la complexion de la joven, la cual no era tan palida como yo pero aun asi era de tez blanca. sus rojos ojos le identificaban como algo no mortal, pero que era en realidad no podia saberlo. El lobo en mi interior me empujaba a estar atento y en defensa, queriendo salir para defenderse de aquella criatura pero sin volverse enteramente loca por la prescencia de la joven.

Y, que hace una jovencita como usted, en un parque como este a esta horas y vestida de esa manera?

Ella alzó el dedo índice cuidadosamente frente a sí, como si pidiera un minuto de silencio mientras procedía a hablar, y se colocó de pie completamente sobre la banca en la que reposaba. Todos sus movimientos eran tenues y ligeros, tan sutiles que parecían una ilusión, algo inhumano.

-El crepúsculo y el amanecer son igual de hermosos, no veo por qué no pueda observarlos de la misma manera en que tú lo haces –le observó entonces, esbozando una diminuta sonrisa que más que alegre en aquel rostro pétreo se miraba extraña, casi juguetona o con dobles intenciones–. Y además... porque se me ve muy bien –bromeó tras dar un pequeño brinco, girándose sobre sí misma y aterrizando grácilmente sobre el suelo a modo de lucir más ampliamente su atuendo.

Jugaba con el, de la misma manera que el habia jugado con ella. La respuesta no era convincente, pero era una lo suficientemente astuta que le alegro, incluso le hizo sonreir. Y cuando le dio la explicacion de sus vestimentas...no puedo hacer otra cosa mas que reir, aunque fuese levemente. Le observo por unos momentos, No parecia lobo, y logicamente no era nosferatu a menos que hubiesen evolucionado para resistir la luz del sol. Dhampir tal vez? no, su tez era palida eso era verdad, pero la joven mostraba demasiada humanidad y sus caninos no se mostraban prolongados. Demonio? era posible, sus ojos rojos podrian ser muestra de tal linaje. Y que alguna de esas criaturas del oriente? los yokais como solian decirles. sin embargo no mostraba ninguna de esas caracteristicas, o manera de que lo estuviese escondiendo. Un ser de luz de esos que se decia que existian? Tal vez, pero su aura era mas oscura que ello.

Aunque no negare lo que has dicho, creo que tendrias una mejor vista de la ascendencia solar desde este lado.

Toco la banca a su derecha, mostrandole el espacio libre, sin dejar de mirarle, su mirada (y por ende cabeza) fija en la joven, observando cada movimiento, o falta de, de esta. Queria experimentar un poco mas, saber que clase de criatura se trataba y tambien, sentia que la conversacion, no seria desagradable.

-Andando, andando, sólo un poco más, el helado me espera y hay que disfrutar —canturreaba mientras se encaminaba hacia la heladería de los humanos, uno de esos antojos de humanos de repente alcanzó a cada célula de su ser y un poco de aquella delicia era exigida a gritos por su cuerpo entero— Andando, andando, un poquito más, ya casi lo tengo, ya casi lo puedo saborear

¿Dinero humano? Listo. ¿Heladería humana? Localizada. ¿Montones de sabores diferentes? Por supuesto. ¿Pago al propietario? Realizado.

-Esto hay que disfrutarse con calma...—murmuró para sí mientras andaba entre una gran plaza al centro de la ciudad, el equilibrio con el que evitaba que esas 10 bolas de nieve terminaran en el suelo era inaudito incluso para las otras personas que le abrían paso y sus miradas anonadas detallaban en cada centímetro de su figura femenina que adquiría un aire infantil e inocente con aquella sonrisa sincera y esos ojos que brillaban al admirar su modesto trofeo— ¿Dónde? ¿Dónde? —susurraba mientras andaba.

Y entonces las vio, aquellos seres que amenazaban con destruir su momento de felicidad al impedir que su momento de gula se viera consumado tras satisfacer sus antojos, aquellas aves claramente tenían intenciones peligrosamente negras para con su helado.

Detestó (una vez más) profundamente su forma humana, aquella forma en la que sus poderes eran totalmente imposibles de utilizar, esa forma que protegía su identidad pero al mismo tiempo se convertía a sí misma en un trozo de carne inútil andante. Entonces, en un intento de proteger su helado de aquellas aves que estaban peligrosamente cerca lanzando todo deseo de disfrutar su dulce de manera tranquila, dio una lamida a lo largo de las bolas de nieve, con la intención de, por lo menos, probarlas todas, detalle cruel el que el destino le tenía previsto ya que, con tal acción, todo el helado terminó en el suelo, dejando sólo el cono entre sus pequeñas manos y una gran decepción en su rostro.

-… … …—la mezcla de sentimientos eran tal, que no podía hablar, simplemente se quedó ahí, de pie, mirando el helado que una vez fue y que, ahora, jamás será degustado por ella.

“¿Un... dragón...?” cruzó por la mente de aquella extraña figura de cabello castaño, que incrédula, no podía sino observar a la peliazul, diciéndose que debía haber un error, y que si era realmente un dragón no podía ser que fuera tan incompetente. Dragones, tan sabios y con tantos años de antigüedad. ¿Estaría actuando...? Era increíble percibir en su esencia que no, que se trataba únicamente de un dragón muy atolondrado. No cabía duda que existía de todo en ese mundo, y justo cuando creía que nada le sorprendería...

-Vaya... –susurró muy suavemente, pero fue demasiada la tentación como para reprimir la diminuta y cantarina risita divertida que parecía hipnotizar, sin distorsionar el hermoso rostro de su ser irreal, casi fantasmagórico, y alzó apenas unos instantes su mano para cubrirse la boca mientras terminaba de recomponer su postura. ¡Vaya que sí era atolondrada, con la edad que debía tener...!– ... Todos los ángulos son especiales a su manera –resolvió de nueva cuenta directo al lobo, ignorando olímpicamente la escena de la dragona azulada–, incluso el presenciar de la luz acariciando la superficie de la tierra y las plantas; tiene un encanto propio.

Observe con algo de nerviosismo y asombro, como una joven de cabellos azules caminaba con una colosal montaña hechas de bolas de helado, felizmente cuidando que no cayeran, protegiendolo como un gran y antiguo tesoro. Su sangre no olia a la de los humanos, mas bien a aquella fria sangre de los reptiles, y un extraño brillo de su pecho emanaba junto con la luz del sol. Su tesoro parecia que se mantendria de pie, una proesa para cualquier mortal, incluso si ella no parecia serlo. Desgraciadamente para ella, las palomas que habia espantado accidentalmente huian en su direccion, sin importarles si quiera el intentar esquivar tal montaña, lo cual arruinaria con seguridad la proeza de helado. En un intento por salvarles, vi como la joven lamio cada uno de los helados, lo cual para su desgracia ocasiono que todos estos irrumpieran contra el suelo, comenzando a derretirse sobre este. Observe como parecia que toda esperanza, toda felicidad abandonaba a la joven de cabellos azules, dejando solo un sentimiento de vacio en su rostro.

- Interesantes palabras, perdonadme si no veo aun asi, no he vivido los mismos eones que usted- Dije mirando de nuevo hacia la castaña, cuya cara se veia levemente inmutada por una risa que queria aparecer, ser liberada, hacer prescencia en nuestra conversacion al notar la pequeña tragedia de la pobre joven reptil. Me sorprendia el hecho de que tres criaturas no humanas nos encontraramos en el mismo lugar al mismo tiempo, pero no me quejaria, tal vez el destino queria que fuese asi. Volteando hacia la joven de cabellos azules, silve hacia las palomas, las cuales se removieron del helado en el suelo y siguieron huyendo. - Cosas como estan suelen suceder, es mejor no decepcionarnos por ellas. Realmente fue una interesante asaña el tan solo mantener el balance de tantas bolas de nieve. - dije observando a travez de mis oscuros lentes las reacciones de la peli azul con mi ojo derecho, mientras mi ojo izquierdo se mantenia estudiando a la castaña. Vaya dia.

Escuchó las palabras de un sujeto que tenía una pinta muy extraña, lentes oscuros cubriendo sus ojos, cabello despeinado a más no poder, prendas sumamente negras, no lo sentía como a un humano cualquiera, era otra cosa... todo eso no era lo suficientemente inquietante como para impedir que una lagrimita resbalara por su mejilla, si, infantil, si, no iba acorde al ser que realmente era... o había sido, pero no le importaba mucho, conforme a la imagen que adoptaba era la libertad que se permitía y en esta ocasión se permitiría ese momento de debilidad, no percibía peligro alguno.

-Pero... pero...—reparó unos segundos en la otra chica de largos cabellos, ella le daba más miedo que el sujeto todo desaliñado, tanta belleza, tanta perfección, nada de eso pertenecía a este mundo, el aura pura definitivamente llamaba la atención pero al mismo tiempo había algo que marcaba a ese ser... ¡y aun así la ignoró!— ¡¡Se cayeron!! ¡Viajé una semana entera sólo por conseguirlos y ahora...! ...—si, una sermana no era nada para ella, un suspiro podría representar un mayor lapso de tiempo que eso, lo que sucedía era que prefería buscar (y encontrar) y pretexto para molestarse con el mundo entero por su accidente, la manera más sencilla de liberarse de esa frustración que poco le duraría.

Miró a aquellas aves con ojos que, de haber sido cuchillas, podrían asesinar con sólo un vistazo. Después suspiró con pesadez, detestaba su forma humana, le permitía ser una nena llorona cuando lo deseara, y deseaba serlo en esos momentos. Tanto tiempo utilizando el mismo disfraz, tanto tiempo siendo vulnerable, tanto tiempo adoptando las mismas actitudes para con el mundo; tales gestos copiados directamente de tantos humanos que había visto a lo largo de su vida, los mismos patrones de crios llorones...

-Qué deplorable... y qué triste... no creo que una proesa tan efímera se compare con el placer que pude haber llegado a sentir con el helado...—comentó al sujeto que se dignó a hablarle sin verle.

Sonrio ampliamente ante tal respuesta, De alguna manera podia sentir que la inocencia que emanaba de tal criatura no era exactamente la real apariencia de ella, siendo que su sangre fria y reptil probablemente le hacian tener una naturaleza distinta, sin embargo de esta manera como una simple humana, al menos en apariencia y forma, su mentalidad era algo distinta, haciendo un pequeño berrinche sobre la colozal torre de helado, torre que segun ella habia descrito como "no creo que una proesa tan efímera se compare con el placer que pude haber llegado a sentir con el helado", una leve risa se formaba en mi interior sin embargo no dejaria que se escapase.

Aun no has experimentado mejores placeres de este terreno. Pero a su tiempo, imagino que lo haras.

Se levanto entonces, su baston en mano, caminando lentamente al punto entre la castañs y la peli azul mirando a ambas a travez de sus lentes oscuros. - Tranquila, estoy seguro que tal placer, por bueno que fuese duraria poco. Pero si asi lo deseas, ofresco remplazar tu helado si podrias guiarnos al lugar.- Voltee entonces a la otra no humana del lugar, su estoica figura observandonos en silencio - Seria un gran honor si os acompañase antigua, como mi invitada - Dije haciendo una leve reverencia, mis lentes dando la impresion de que habia bajado la vista cuando en realidad seguia observando a ambas - De ser asi, partimos?

-“Un sujeto completamente extraño siendo tan amable desde un inicio, claramente no es humano, y tiene una pinta desconocida... bueno, no es como si fuera a matarme o algo asi.”

-Bien, me has convencido—sonrió limpiando su cara y sacando la lengua hacia las palomas en un gesto infantil—, ¡no está muy lejos de aquí, tienen de todos sabores! Claro, hay ciudades más grandes donde tienen muchos otros y exóticos helados, pero me gusta mucho cómo los preparan aquí, tienen un aire de familiaridad y confort que encuentras en muy pocos otros lugares—había hablado de más, pero lo que dijo era verdad, claro, nunca se quedaba mucho tiempo en aquel sitio como para llegar a disfrutarlo realmente, pero el escaso tiempo que pasaba en la heladería le permitía sentir con claridad el ambiente.

Avanzó un par de pasos en dirección a su próximo destino deteniéndose, esperando a que los otros dos no-humanos le siguieran, con ambas manos en su espalda, cualquier indicio de movimiento hacia ella era señal para que ella continuara su camino.

-¡Vamos!

El imperceptible impulso de aquella chica castaña por alzar una ceja ni siquiera se notó, nulo para cualquier mortal que mirase su rostro tan imperturbable, aunque quizás reflejado como un pequeño tic para quien fuera un gran observador analítico. Aquella sí era una situación de lo más inconcebible, ridícula, surrealista, incoherente, y aún así... llamativa para su viva curiosidad. Oh sí, su bendita curiosidad, la misma que le había arrastrado para convertirla en lo que era ahora, un caído.

“Serán sólo unos minutos... si no vale la pena sólo me iré” se aseguró convencida, más que nada como excusa para su propio subconsciente inquieto, que gritaba por una retirada rápida hacia algo que sabía, no se merecía su más mínima atención.

Los pasos delicados y ligeros de la criatura la llevaron hasta el lado del licántropo, tal cual como si se hubiera deslizado sobre el suelo sin tocarlo, o como si hubiera patinado sobre una superficie resbaladiza con increíble facilidad. Era movimientos perturbantes, pero así mismo igual de hipnóticos y hechizantes.

-... ¿No estás siendo demasiado bondadoso con desconocidos? –susurró incitante a su lado con aquella voz sedosa y dulce, tan irreal como todo en ella; como la diminuta sonrisa que pareció querer marcarse en su rostro tras el curvear de una de las comisuras de sus labios–. ¿O es que eres un fanático anónimo del helado, y nosotras somos tu excusa?

Comenzando a cogear tan pronto comenzaron a caminar mantuvo su cuartada, asegurandose de ser extremadamente realista al hacerlo. Hasta el momento ninguna criatura se habia dado cuenta de que era un acto, bajando la guardia enseguida para ser destruidos minutos despues. Sin embargo no sabia si las dos jovenes caerian ante la farsa o si se darian cuenta. Despues de todo, estaba seguro que la que se encontraba a su lado tenia ya eones de existencia. Era algo gracioso, verles caminar juntos, el con su constante cogeo, brusco movimientos, y ella moviendose con gracia, como si flotase sobre el suelo, y la verdad bien podria estar haciendo justo eso. No le daba importancia sin embargo se le hacia raro encontrar a un no humano que no escondiese su verdadero ser a detalle, mostrando al mundo lo que era capaz de hacer.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por las preguntas de la castaña. -Es raro encontrar a otros No humanos que no tenga que poner una bala entre sus ojos - Dijo el sonriendo, viendole s travez de sus lentes, su cabeza en una posicion que le hubiesen hecho pensar que era un ciego - claro si resulta no ser verdad, siempre puedo cambiar de parecer - Bromeo, su rostro mostrando interes en la reaccion de la no humana.- Sin embargo, dudo equivocarme, pues claramente si lo hubiese querido nos encontrariamos ya en combate - Pauso un momento, pensando en lo que habia dicho y en cuales eran sus posibilidades de si quiera ganar contra un antiguo, - Ademas, en cierta forma fue mi culpa que su helado cayera con el suelo, siendo yo quien espanto las palomas que fueron contra ella, y estoy seguro Antigua que aunque seas de una raza distinta a la de los humanos, tu tambien podras hayar que el helado es sabroso al paladar, por lo tanto as sido invitada - le dio una leve sonrisa a la castaña volteando hacia la peli azul la cual se encontraba emocionada de poder reganar su helado - No vayas tan de frente, no soy tan veloz en este estado! - anuncio, esperando que la reptil bajase la velocidad.

Nuevamente pudo verse el débil intento de aquella chica de extraños ojos rojizos por simular una sonrisa, observando a aquel sujeto con una diversión que se guardaría para sí misma, así como el resto de sus pensamientos al respecto. Él era singular, y hasta cierto punto un ingenuo por pretender siquiera la posibilidad de imposibles; eso no lo hacía menos divertido. No obstante, se abstuvo de responder a cualquiera de sus comentarios, y se enfocó únicamente en el último tras girar su mirada hasta la ilusionada dragona que guiaba el camino, renuente a creerse aquel entusiasmo que reflejaba su faz y que parecía genuino. ¿Tan poderoso sería el poder del helado para hacer caer de esa manera a un poderoso dragón...?

-El león cree que todos son de su condición... –musitó a modo de respuesta al muchacho que caminaba a su lado, tras los escasos segundos que le hubiera llevado analizar y concluir su hipótesis luego de su comentario final hacia la peliazul que no aminoraba el paso.

-A este paso definitivamente terminaré llevándote yo misma—entonces se introdujo en una rápida meditación en la que cayó en cuenta de que le era bastante difícil el hacer eso—, bueno, tal vez podría arrastrarte o algo así.

Por un momento pasó por su mente la loca idea de sanar completamente la pierna de aquel hombre con tal de no ralentizar sus movimientos, que su torpe andar se tornara ágil y que la posible mueca de dolor que ella no tenía ganas de buscar no se llegara a formar en la blanca faz. Por supuesto, aquel pensamiento fue desechado más rápidamente que lo que se tardó en si quiera formular la idea. Aquel hombre tendría que hacer mucho más que invitarle un helado para conseguir un favor por parte de ella.

-¡Es por aquí!—musitó dando un salto alto, reparando en la chica que tenía la misma cara siempre, ni feliz, ni triste, ni interesada, más aburrida e inexpresiva que aquellos caracoles que resbalaban por un tronco el otro día— Ahora que lo pienso, no les he preguntado sus nombres—se dio media vuelta y comenzó a caminar de espaldas sonriendo a sus interlocutores, siguiendo el camino que mentalmente había trazado y que esperaba no se le olvidara—, pueden llamarme Eiskalt, así es regularmente—sus raíces, aquel nombre que le había dejado su estripe. Con aquello, dejaba bien claro que sus intenciones no eran las de intimar mucho con ellos, era una relación puramente superficial.

Llegó a los escalones que esquivó a tiempo y quedó de pie ante la heladería, se giró de nuevo para mirar a los otros dos seres tras de ella.

-Me gusta mucho el de menta, se los recomiendo enteramente—no pudo evitar levantar una ceja ante los individuos tan... especiales con los que se había topado, una mujer cuyo rostro parecía una pintura eternamente inmóvil y un sujeto que... bueno, no había visto algo así antes.

Rei levemente ante las impacientes palabras de la peli-azul, la cual sugeria arrastrarme a la heladeria con tal de que caminaze mas rapido. Voltee hacia la castaña la cual me miraba como examinandome, averiguando cada uno de mis puntos debiles y probablemente descubriendo que mi pierna no lo era. Le sonrei, llevando un dedo frente a mis labios y haciendo el suave sonido de silencio, dandole a entender que no queria que la peliazul se diera cuenta de la farza. Segui caminando, favoreciendo el lado de mi pierna "no lastimada", mostrando la practica que ya tenia haciendo aquello, sabiendo que a gran mayoria de observadores habia logrado engañar ya, y dedudiciendo que tenia razon al deducir que la criatura a mi lado era realmente antigua.

- Crei que los leones buscaban al mas debil, pero aun asi entiendo lo que quizo decir Antigua - Respondi ante las palabras de la estoica castaña, deslizandose con gracia a travez del pavimiento, haciendo tan poco sonido que incluso a mis avanzados oidos se les hacia dificil identificarlos. Al oir la referencia de leon me vino a la mente la palabra Ariel, no sabia por que pero la joven a mi lado me hacia pensar en Teologia Cristiana. Tal vez deberia llamarle asi en vez de antigua, seria menos extraño y seria una forma de decirle que no formara una gran barrera entre ambos, aunque esa barrera existiera. Volteo hacia la reptil, la cual caminaba hacia atras intentando saber los nombres de ellos dos, era interesante ver como parecia saber exactamente lo que hacia. - Un placer conocerte Eiskalt, hija de Draco, el que esta frente a ti es lleva muchos nombres pero otorgandote la misma informacion que me has dado, puedes llamarme Shifter - Dije Mientras volteaba a ver al a castaña, la cual no sabia si daria su nombre. - Ariel - Dije pausando antes de continuar - Creo que te queda Antigua - Sonrei honestamente, pues cada palabra era dicha con veracidad.

Al llegar a donde se encontraba la heladeria ignore la sugerencia de la reptil, sabiendo de antemano que para los de mi raza comer menta era una de las peores torturas a las cuales podiamos someternos. Me acerque hacia el mostrador, billetera en mano.

"Un Reptil una antigua y un lobo entran a una heladeria....parece el principio de un mal chiste...."

-Tome la orden de esta joven yo me encargare del costo, tambien la de la castaña a mi lado, pidan lo que pidan pagare, por mi cuenta quiero un simple cono de chocolate y mantequilla de mani, dos bolas distintas. - Que? solo por que era lo que era no podia gustarme el helado? no era algo que me llamaba la atencion al maximo como a la reptil, pero no negaria que si era algo delicioso, en especial al paladar de los de mi especie. Ok, tal vez eso ultimo era algo un poco vergonzoso...

Apenas aquel ente de ojos rojizos ingresó al local su rostro cambió completamente, parpadeando, incluso brindándole más vida a su rostro de lo que hubiera lucido instantes antes, dándole un toque por demás humano y hasta infantil. Hasta la más mínima expresión era una intención o un pensamiento obvio en su rostro, y destilaba una gracia propia sumamente hechizante para cualquier mortal. Una emoción tan intensa como la que hubiera simulado la dragona en un comienzo, se plasmó en su rostro cuando sus pacitos apresurados se escucharon corriendo contra el largo congelador donde se miraban los diversos y bastos sabores de los helados.

-¡Qué bien, qué rico~! –canturreó la dulce voz animada, alzándose una y otra vez sobre las puntitas de sus pies, como si diera pequeños brinquitos en su lugar, y observó cómo aquel hombre tras la barra atendía el pedido del lobo, para seguidamente atraer su atención–. ¡Yo señor, por favor! De este... –señaló tras el cristal el helado de vainilla con trocitos de galleta de chocolate–, también un cono simple de dos bolas... –pidió cortésmente con su sonrisa angelical que parecía dejar en leves transes al hombre cada vez que la miraba–. ¡Gracias~! –volvió a canturrear tras recibir su pedido, y se giró de espaldas regresando frente al pálido muchacho de cabellos oscuros, dándole una sonrisa por demás insidiosa para que sólo él la viera, como presumiéndole de las habilidades con las que hubiera dejado al encargado como embobado, casi sin darse cuenta del momento en que la peliazul pidió su orden también.

Esa sólo el encanto propio de los de su especie, con aquella faz de hermosura radiante y el aura que destilaba sobre aquellos débiles mortales que se sentían quedar como hipnotizados, atrapados en la trampa que sin saberlo, podría llevarlos hasta su propia muerte.

La peliazul no podía evitar expresar una risita un tanto malévola al ver la actuación de... ¿“La Antigua”? Sabía que el helado era un dulce completamente irresistible! Era algo tan bueno que sólo un ser que no tuviera la capacidad de percibir sabores podría ignorar, y, en verdad, qué triste tener una vida así. Entonces su mirada se fijó en el heladero, el señor un tanto sonrojado por la modestia de atender a la Antigua y luego por posar su mirada en los metálicos de la peliazul.

-Yo también quiero uno con chispas de chocolate, por favor—sus ojos brillaron enormes, el heladero mostró una sonrisa nerviosa que dirigió hacia Shifter, quien lo ignoró olímpicamente volteando hacia el interesantísimo techo, con aquellas divertidas lámparas de colores colgando de él, el heladero regresó su vista hacia la chica que decidía el resto de los sabores—. Y también de queso-fresa, ese de menta y también otro de nuez—al recibir su pedido estuvo a punto de saltar de felicidad, y entonces agradeció muy entusiasta al heladero y esperó el pedido su patrocinador para después retirarse juntos del lugar, era lo menos que podía hacer ante el gesto tan amable de invitarle un helado que, en esta ocasión, no se había arriesgado a elaborar tan colosal como había resultado el primero—. Helado, helado. Ñam, ñam. Rico, rico —se apresuraba a consumirlo, no deseaba que se derritiera, nop, nop.

Rio levemente al ver la estupenda actuacion de la antigua, de Ariel, como habia empezado a llamarle, habia sido estupendo ver como se transformaba en una chica cotidiana humana, incluso agregando un tic nervioso al impulsarse con las puntas una y otra vez. El pobre heladero no habia podido mas que caer perdidamente en la actuacion, sonrojandose varias veces y perdiendo hasta el sentido de donde estaba, solo para tener que volver a la realidad y hacer rapidamente su trabajo, Dandole el cono de dos bolas a la castaña la cual procedio a darme una insinuante sonrisa, la cual mostraba orgullo en la actuacion. Comence a apluadirle, sosteniendo el helado con solo mi pulgar y observando como la peliazul no se queria quedar atras dandole al heladero una linda sonrisa y agrandando los ojos, el Heladero no pudo mas que voltear a verme con nerviosismo, como diciendome suertudo, pero le ignore mirando mejor las luces del techo. El Heladero habia tenido razon al enviarme aquella mirada, pero no por las razones que el creia ademas, las chicas aunque probablemente pasaran mi edad, se veian mucho jovenes que yo.

Al terminar cada una su pedido me acerque al hombre y pague los helados no sin antes recibir una mirada de suertudo otra vez y otra de "pedofilo, infiel, aprovechado" de una de las empleadas detras del mostrador. Rei levemente ante el gran malentendido de los trabajadores y tomando mi cambio comence a caminar al lado de las dos no humanas. Me preguntaba si volveria a actuar de manera estoica e inhumana, por lo cual no podia evitar hacerle una pregunta, - Llevas ya experiencia haciendo eso no es asi, Ariel? o acaso solo copiabas a Eiskalt al actuar asi? - Cualquiera que fuera no dejaba de ser menos sorprendente. Voltee hacia la peliazul la cual deboraba el helado como si no existiera un mañana, - Sigue asi y te dolera la cabeza - Dije aunque me preguntaba si eso se aplicaba a estas dos criaturas. Abri grandemente la boca y pase una de las bolas de helado antes de darme cuenta que debia de insinuar mas humanidad, y que antes de transformarme no hubiese hecho algo asi, por lo cual procedi a lamer el helado restante.

-¿Ariel? –cuestionó con falsa y nada disimulada inocencia, pero no volteó a verlo mientras daba la primera pequeña lamida a su helado, degustándolo un instante; con el tiempo los sabores sólo parecían mejorar, aunque a veces también tenía los disgustos de toparse con unos demasiado artificiales, al menos esta no era una de esas ocasiones–. Es el tiempo, y la experiencia al tratar con humanos –admitió alzando un instante la mirada, por minutos nuevamente inmutable, hasta que cayó en cuenta y miró a Shifter tratando de sonreírle un poco–. Ellos suelen tachar lo que es extraño o diferente... y en este caso lo entiendo, es mejor que se mantengan alejados de mí –observó su helado unos segundos–. Actuar así me ayuda a pasar un poco más desapercibida, no llamo tanto la atención.

Era molesto admitir que había llegado a sentir el miedo en las personas a su alrededor, los escalofríos y nervios, las ganas de salir corriendo. Como si fuera alguna clase de criatura succiona vida, un vampiro... o un monstruo. Quizás sí lo era, por el sólo hecho de no arrepentirse de sus pecados, por el sólo hecho de que nunca más le hubieran vuelto a abrir las puertas de los cielos.

-¡Ñam!—fue lo único que se alcanzó a escuchar mientras ella le pegaba tremendo mordisco a su helado de menta sin mirar a sus compañeros si quiera, devorándola con rapidez, para detenerse con brusquedad— Ahhhhh!!!!—se negó completamente a soltar su helado y apretó los dientes soportando el horrible dolor en su cabeza, se imaginaba que algo así debieron de haber sentiido las víctimas de sus ataques congelantes en algún segundo antes de perder la consciencia... o la vida.

Apretó los ojos sintiendo como una lagrimita se le escapaba en lo que el dolor desaparecía, se limpió cuidando no derramar ni una sola gota del dulce helado.

-“Estúpido cuerpo humano inútil...”—estuvo a punto de gritarlo al mundo entero pero consiguió contenerse, era la primera vez en toda su vida que le ocurría algo similar y definitivamente no iba a echarle la culpa al helado, oh, no, el helado era completamente inocente de todo— “Todo fue parte del plan malévolo de Shifter... mugre, Shifter...”

Continuaba mirando un poco resentida al sujeto de peinado extraño pese a que él no tuvo culpa de nada, incluso le había intentado advertir acerca del posible peligro... ¡No importaba!

-Hum... ¬x¬—alcanzó a pronunciar mientras continuaba comiendo helado, escuchando la conversación tan bizarra que esos dos tenían, no eran humanos, de acuerdo, pero si se disfrazaban como tales al menos podrían hacer un esfuerzo por disimularla más y no sólo en frente de otros humanos... bleh, total, como si hubiera gran problema por ello.

Mi rostro mostraba algo de nerviosismo al momento en que oia como la reptil gritaba de dolor al haber consumido grandes cantidades de helado en un corto periodo de tiempo, evite reir pues era imposible no querer hacerlo en esos momentos, pero no seria cruel, no le llamaria la atencion ni diria un te lo dije, tampoco suspiraria en decepcion, aunque alguien creeria que si era lo que yo creia que era, no mostraria tanta ingeniudad.....aunque tal vez si devoraria un helado en menos de un segundo. Pensandolo mejor paso lo que debio de pasar si es que ella realmente era una Hija de Draco y no un demonio reptil. - Te encuentras bien? - Le Pregunte, parando para ver si necesitaba de mi ayuda.

- Entiendo eso, los humanos solemos temer aquello que no entendemos, y nuestra reaccion usualmente es el destruir antes de ser destruidos pero, -Voltee de nuevo a la antigua, retomando nuestra conversacion mientras lentamente me acercaba a la peliazul. - Usted es una Antigua, Ariel. Usualmente nuestra respuesta seria ir al suelo en miedo o venerarle como Diosa, de la misma manera que varios antiguos fueron venerados. Es algo que ni yo ni la hija de Draco, - Voltee hacia la peliazul la cual me miraba con ojos asesinos, aunque no sabia por que - Pudiesemos alcanzar, en especial mi especie. -

-Es verdad que un hombre lobo y un dragón no serían tan venerados..., al menos no en todas las culturas –musitó tranquila, pero siguió probando de su helado que de un momento a otro parecía querer comenzar a derretirse por no ser tocado–. Sin embargo..., no soy un ente completamente puro –recitó con cierto grado de indiferencia que reflejaba lo pasada que estaba ya de ese tema–, es fácil para cualquiera con cierto grado de poder espiritual el poder darse cuenta, muchos notarían al instante que santa no soy... y además... –pausó un instante, mientras lamía un poco el helado a los costados del cono para que no fuera a escurrírsele y mancharle las manos; sonrió–, soy muy perceptiva a las emociones ajenas, y entre más expresivos sean mejor los leo, a veces puedo ver hasta lo que piensan... Muchos me han creído monstruo, por no decir que la mayoría me han confundido con un vampiro –dejó escapar un leve sonidito de entre sus labios con tono burlón–. Debí haberlos mordido...

Ganas no le faltaron nunca, y quizás así más de uno se hubiera quitado la curiosidad. Algunos humanos eran tan despreciables y repugnantes...

-Ehm... si, estoy bien, gracias por preguntar—continuó comiendo su helado, terminando por completo con el primer cono y escuchaba el resto de la conversación, mirando hacia ambas entidades, enfocando ambos ojos hacia Shifter quien se acercó a ella con su andar que, si, lo admitiría, habíallamado su atención—. Una vez hice creer a una vieja tribu humana que era una deidad del hielo y me rendieron tributo por 100 años en lo que me aburrí de estar estancada ahí y me digné a avisarles que me iba—comentó con una tranquilidad que hasta a ella misma le había impresionado.

Era extraño, sentía una familiaridad muy rara con el simple hecho de encontrarse con un ser que, conforma a lo que había dicho Shifter, era más antiguo que ella y no era un dragón (o al menos no poseía aquellas señales que podrían identificarla como tal). Además, justo en ese momento se había terminado el último fragmento del cono del segundo helado, teniendo como consecuencia que su entera atención se enfocara en la conversación que, hasta ese momento, había dejado pasar por alto completamente, era como si recién los estuviera escuchando, además, hasta ese momento se dio cuenta de que le interesaba conocer la verdadera identidad de sus interlocutores, enfocándose su mayor curiosidad en Shifter, el más elocuente.

-No me quedaron ganas de volverlo a hacer y si lo hiciera sería por mera diversión—comentó un poco nostálgica—, los humanos no saben cuando parar de pedirte ni ofrecerte cosas, tampoco saben respetar cuando uno se quiere ir—miró a la mujer— y de igual manera no me gusta rendirle tributo a nadie sin una muy buena razón. Así mismo—se relajó, animándose un poco—, no imagino ni tampoco quiero imaginar por lo que has pasado, el conocer lo que sienten los demás... bueno, a cualquiera se le da su don por alguna razón, porque puede lidiar con él—recordó sus propios poderes, aquellos que no ha utilizado en mucho tiempo—. Igual para nuestro amigo del bastón, el hace cosas que nosotras no, o al menos eso quiero imaginar—una sonrisa pícara en su faz, entonces miró hacia el horizonte.

Por breves instantes fue casi visible el intento de no reír de la castaña, que se entretuvo comiendo su helado para no tener que verse obligada a tener que decir algo. Los humanos eran horribles, pero nunca le había molestado el conversar o sociabilizar con otras especies sobrenaturales, solían ser más inteligentes y comprensibles... en su mayoría, porque como no todo podía ser perfecto, no todos podían ser así. Igual y a ella ese chico de apariencia pálida y vestimenta oscura también le llamaba ligeramente la tención, para ser que era tan joven, decía cosas interesantes o entretenidas.

-Admito que he visto de mucho en este mundo, e incluso he presenciado y participado en otras de las que no estoy orgullosa –sonrió siguiendo la mirada de la peliazul, para instantes después mirar al pelinegro igual a como lo hubiera hecho ella–. Pero nunca se sabe, creo que me faltan cosas por ver... uno siempre puede llegar a sorprenderse.